
El famoso cantante Chico Ché lo expresa de forma más simple y divertida en una de sus canciones donde dice:
"¿que culpa tiene la estaca, si el sapo salta y se ensarta?
, la culpa no es de la estaca si el sapo salta y se ensarta".
Por esta misma razón, no podemos culpar a los alimentos de la obesidad, ellos no tienen voluntad, no se meten en nuestra boca y los necesitamos.
El problema es de voluntad y los únicos que pueden resolverlo son los afectados.
Las medidas de reducir la obesidad a través de la regulación o impuestos que reduzcan la demanda de ciertos alimentos no va a cambiar los malos hábitos y en cambio afectará la economía de productores, distribuidores, comercializadores de alimentos y por supuesto, a los pobres que no llegan a cubrir sus necesidades nutricionales.
Compensar la escasez con programas de reparto de alimentos tampoco es solución por que lleva a la esclavitud. Cualquier persona que no depende de su trabajo para sostenerse sino de la voluntad de una autoridad, queda sometida a lo que esta mande.